Del pozo a la montaña

Del pozo a la montaña

…son las 06:30 de la mañana, me levanto de nuevo sin muchos ánimos de afrontar el día. Voy al baño, me aseo, me visto, desayuno y prácticamente sin ganas de nada, me despido de mi familia, apático, serio, triste e incluso diría con cierto miedo y/o temor.

En el ascensor ya voy pensando en cómo me va a ir el día (de mal), los enfrentamientos que voy a tener, las personas que voy a soportar o incluso, las incidencias con el menú diario del restaurante donde comemos habitualmente.

Ya en el coche empieza el hervidero, me enfado rápidamente con algún conductor que no señaliza correctamente un desplazamiento, me “pico” con otro que viene muy rápido y me hace las largas para quitarme de su camino, le increpo e incluso le insulto, voy revolucionado, muy revolucionado y tenso.

Y por fin, aparco mi vehículo, camino unos metros y ficho en el torno de entrada a la empresa donde trabajo y donde empieza “el espectáculo”.

Tras encender el pc, comprobar la bandeja de entrada y contestar unos mails con mucha ironía, sarcasmo e incluso rabia, me dispongo a tomar un café con dos colegas. Este espacio, se supone de relax y pausa, lo aprovechamos para rajar a todo Dios. Que si este es un enchufado de X persona y no se entera de nada, que si aquella es prima de Y y ya la han ascendido, que si aquél otro es conocido de la urbanización de Z y va a ser el nuevo jefe del departamento, que si, que si , que si…. Me marcho de nuevo a mi puesto de trabajo más encendido si cabe, pensando que todo son injusticias, que no voy a progresar nunca y que todas y todos, están en mi contra.

Avanza el día y esto no mejora, podéis imaginaros, malas contestaciones, metiendo cizaña por todas partes, generando malos rollos constantemente y estoy, totalmente desmotivado, hundido y muy muy triste, casi diría depresivo.

Pasan las horas y realizo mi trabajo, sí lo hago y lo acabo, pero mi actitud deja mucho que desear, mi estado de ánimo es pésimo, no recuerdo cuanto hace que no sonrío, que no me río y que, aunque suene a tópico, no soy feliz.

A veces me pongo a pensar en el pasado, ese añorado pasado y esa juventud, y me paso largos espacios de tiempo llorando, llorando mucho y pensando que no he hecho nada bien en la vida, que todo han sido fracasos, que no soy nada, que no soy nadie y finalmente se me pasa y vuelvo a la realidad, un poco mejor por haberme desahogado, pero muy jodido por el lastre que llevo encima desde hace tanto tiempo, por la mochila pesada que soporta mi espalda, por mis errores, por mi culpa y por tantas otras cosas que no quiero recordar, porque me hacen enfermar.

Llego a casa y se supone que te relajas, en mi caso seguía, la “mierda” del trabajo me la llevaba a casa y la de casa al trabajo y así, se iban sucediendo los días, semanas, meses e incluso diría algún año. La verdad y visto con perspectiva ahora pienso, que manera de sufrir, qué forma de padecer, qué daño te hiciste y que daño hiciste a tantas personas, personas que te querían y que eran totalmente inocentes, pero tú fuiste dejando cadáveres por el camino, muchos…aunque el mayor “fiambre” eras tú mismo. Estabas muerto en vida.

No podría decir con exactitud cómo desperté de mi letargo, ni cuál fue el mecanismo que se activó para reaccionar, solo recuerdo y sé, lo mal que estaba y cómo poco a poco, con mucho esfuerzo y paciencia, a veces mordiéndome la lengua e incluso, como se suele decir, contando hasta diez antes de escupir fuego por la boca, he ido cambiando.

También con la ayuda de profesionales a los que doy gracias por todo lo que han hecho por mí, a mi familia, y también y no menos importante me lo agradezco a mí, ya que, si yo no hubiese puesto de mi parte y me hubiese esforzado en cambiar y mejorar, nada de esto hubiera sido posible.

No ha sido un cambio fácil, no está finalizado, esto es para SIEMPRE y todos los días me lo trabajo un poco. Algunos más y otros menos, pero siempre lo tengo presente.

Lo que me sucedió, no fue fácil, ni era yo el único culpable o víctima de todo, se dieron muchos factores y circunstancias que hicieron que mi ser, pasara a ser, valga la redundancia, una persona totalmente distinta a como yo era, lo que diríamos hoy en día una PERSONA TÓXICA. Si señoras y señores, yo me convertí en el más tóxico del mundo mundial y esa toxicidad, la iba extendiendo por todos los despachos de la oficina, por mi casa, por casa de mis padres y hermanos, con mis amigas y amigos, con mis seres queridos…

Sí que puedo decir y asegurar, es que de todo se aprende y yo aprendí mucho de aquello, pero sobre todo me quedo con estas tres cosas que para mí han sido y son un referente:

NADIE ES DUEÑO DE TU FELICIDAD

Que sería algo así como que tu felicidad es única y exclusivamente tuya. Nadie tiene ni debe tener la potestad de modificar eso y solo depende de ti, dejar que esto sea modificado. 

El ELEMENTO ES NEUTRO, DEPENDE DE TI COMO LO QUIERAS ENFOCAR.

Podríamos decir que, ligado a lo anterior, de ti depende TODO. Puedes pasar por malos momentos en pareja, o en el trabajo o de lo que sea, pero eso son hechos concretos que solo tu puedes enfocar de una forma u otra. Puedes aceptar y tener un periodo difícil y avanzar, o puedes hundirte en la mayor de las miserias humanas.

VIVE.

La vida es esto, a veces mejor y a veces peor, pero todas y todos vamos a pasar por momentos muy felices, momentos muy tristes, situaciones que nos emocionan positivamente y situaciones dantescas y molestas, que nos dañan, días maravillosos, días grises y días negros…en resumen, esto es la vida y la tenemos que vivir, eso sí, sabiendo gestionar las emociones en cada momento para salir adelante con la convicción de que lo hemos hecho lo mejor posible, hemos aprendido para tratarlo mejor si cabe la siguiente vez y en definitiva, hacerlo lo más llevadero posible.

Además, pensemos que, si siempre tuviésemos todo bajo control, supiéramos qué va a suceder, cómo lo vamos a gestionar y cómo nos va a afectar, la vida no tendría ninguna gracia ni ninguna razón de ser, sería aburrida y monótona y al contrario de lo comentado anteriormente, la vida es maravillosa porque cada día nos sorprende con nuevos desafíos y está en constante cambio.

Lo mágico de todo esto es tener el mayor número de herramientas necesarias y los recursos para saber utilizarlas en cada momento. Sintetizando, bajo mi opinión, es querer ser mejores personas, es querer construir un modelo de sociedad más sensible, más cálida, más próxima y en definitiva, luchar por un mundo mejor.

Por último, quiero explicar que el título, aunque se sobreentiende, ha surgido de la comparativa de donde estaba (en un pozo oscuro, profundo y sin salida) a donde quiero estar y donde muchos días me encuentro (las montañas), para mí uno de los lugares más maravillosos de nuestro planeta, los bosques, los ríos, los lagos, en definitiva, la naturaleza que tanto nos aporta y tanto bien me ha hecho, me hace y me hará.

Me despido, no sin antes indicar que no pretendo ser ejemplo de nada, ni aleccionar a nadie, solo he narrado brevemente una parte muy oscura de mi vida, de la cual no estoy orgulloso, pero a la cual agradezco la persona que soy ahora, ya que me ha ayudado a despertar y evolucionar.

Cito para cierre unas frases que me motivan y animan:

“Post tenebras spero lucem”

Tras la oscuridad espero la luz

“Hic et nunc”

Aquí y ahora

“Res non verba”

Hechos, no palabras

Un abrazo (tan necesitado), en estos tiempos que corren.

David Mauricio Herrera
Provoca realidad

Provoca realidad

Hay días en los que todo viene acelerado. Como si de repente el mundo y su caos cayera sobre ti, ilógico, desordenado y frenético. No lo puedes gestionar. Los acontecimientos te absorben y te arrastran de tal manera que quedas anonadado y sin capacidad de reacción.

Otros días, sin embargo, va todo despacio. Desesperadamente lento. Esperas y no ocurre nada. Dejas pasar el tiempo y todo está igual. Te abruma la espera. La inactividad te mata. 

Fíjate que, en ambos casos, tienes la percepción de que nada de lo que sucede es susceptible de ser cambiado. Imposible. Sientes que estás  montado sobre el caballo loco de la vida pero sin riendas. Una locura. Desesperación. 

Ambas situaciones suelen ocurrir con bastante frecuencia y nos provocan estados de ánimo opresivos. 

Imagina por un momento que frente al caos decides introducir la calma o que a la lentitud le opones la acción determinada y rápida: todo llega acelerado, te relajas; todo es demasiado pausado, aceleras. 

Este binomio caos contra orden u orden contra caos te convierte en protagonista de tu situación, de tu vida. Pasas de ser el esclavo de tu realidad a ser el elemento decisor.

La gestión coherente de las emociones propias nos permite ser domadores de los acontecimientos, protagonistas activos de lo que nos ocurre. Provocando el destino nos responsabilizamos de nuestra vida.   

Javier Ribas
Autoconocimiento

Autoconocimiento

Al definir qué es la Inteligencia Emocional (IE), podríamos decir que es lo que capacita a la persona a reconocer, comprender y utilizar su mundo emocional. En esta atribución distinguimos dos componentes:

  • Inteligencia Intrapersonal: Capacidad de comprender y desarrollar la relación con uno mismo-a.
  • Inteligencia Interpersonal: Capacidad de comprender y desarrollar la relación con los-as demás.

No son los hechos ni las situaciones en sí mismas las que producen emociones, sino nuestra forma de enfocar los hechos. Es decir, lo que percibimos, pensamos y proyectamos en las cosas que nos suceden. En definitiva, la habilidad (inteligencia) de las personas en el manejo de las emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados.

La Inteligencia Emocional, según Daniel Goleman (psicólogo estadounidense internacionalmente conocido por su obra sobre la IE), se basa en cinco competencias emocionales:

  1. Autoconciencia emocional. Ser consciente de lo que uno-a está sintiendo cada momento, así como tratar de comprender el impacto que esto tiene en los-as demás. (Conocimiento de las propias emociones. Es el primer paso hacia su gestión).
  2. Autocontrol. Autorregulación de las emociones, aprendiendo a anticipar las consecuencias antes de actuar por impulso. (Capacidad de controlar las emociones. Quien no se dirige a sí mismo no puede dirigir a otros-as).
  3. Automotivación. Motivarse a uno mismo-a. Utilización de los factores emocionales para vencer y perseverar. (Cómo evitar que las emociones nos paralicen).
  4. Empatía. Aprender a sintonizar y sentir las emociones de los-as demás. (Reconocimiento de las emociones ajenas).
  5. Habilidades sociales. Interacción emocional hacia unas relaciones humanas eficaces y satisfactorias. (Control de las relaciones).

Las tres primeras entrarían dentro de la Inteligencia Intrapersonal y las otras dos en la Interpersonal.

Me quiero centrar en la primera competencia, la Autoconciencia o Autoconocimiento. Esta es una habilidad que utilizamos para reconocer nuestras emociones y sus consecuencias. ¿Realmente nos conocemos a nosotros mismos-as? Debemos ser conscientes de cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, aprender a identificar los estados de ánimo y las consecuencias que estos pueden tener en nuestro comportamiento, dominar y gestionar nuestras reacciones para utilizarlas adecuadamente. Al mismo tiempo, tenemos que saber comprender el comportamiento de los-as que nos rodean, identificar sus sentimientos y emociones para poder actuar con efectividad en las relaciones interpersonales.

Para chequear todo esto conviene preguntarse en determinadas situaciones:

¿Quién soy?, ¿qué quiero?, ¿qué pienso?, ¿qué siento?, ¿qué hago?, ¿qué decido?, ¿dónde voy?… ¿Qué imagen tengo de mí?, ¿se corresponde con mi conducta?, ¿tiene coherencia lo que pienso, siento y hago?, ¿oriento lo que se de mí a conseguir realmente lo que quiero?…

Estas reflexiones nos llevarán a concluir que si la información que tengo de mi (autoconocimiento) es pobre, influirá directamente en mi valoración (autoestima).

Si conseguimos conocernos, ello implicará conocer las propias emociones, saber por qué ocurren y analizar los tres componentes de las mismas: fisiológico, cognitivo y situacional. Al poseer un alto grado de conciencia de nosotros mismos-as, podemos observarnos mientras actuamos e influir sobre nuestras acciones para que resulten beneficiosas. Sus características más comunes son:

  • Confiar en sí mismo-a.
  • Hacer una autovaloración realista.
  • Restar importancia a los propios defectos con sentido del humor.
  • Buscar críticas constructivas.

Siendo conscientes de nuestras valoraciones. Por ejemplo:

  • Utilizar afirmaciones del tipo “pienso que…”
  • Sostener un diálogo interior permanente.
  • Reflexionar sobre nuestros encuentros interpersonales en un momento de tranquilidad.
  • Escuchar las opiniones de los demás: ya que cualquier hecho se puede valorar desde distintas perspectivas.
  • Ser conscientes de que nuestras valoraciones son “nuestras valoraciones”.

Os invito a realizar una introspección en cada uno-a de vosotros-as a con el objetivo de conocernos mejor a través de dos ejercicios: La Ventana de Johari y la realización de un Diario Emocional donde escribir las emociones que tenemos cada día. Sus resultados nos darán pistas de cuáles pueden ser nuestras fortalezas, así como los puntos de mejora.

Valentín Urriza

¿Estamos preparados para morir?

¿Estamos preparados para morir?

¿Estamos preparados para morir? 

Uno ya está en esa edad en la que es más habitual tener que acudir al tanatorio que a la Iglesia.  Los tiempos de bodas, bautizos y comuniones, han dado paso a los encuentros sociales en  funerales. El irremediable e irrefutable paso del tiempo.  

No hace mucho tiempo, tuve que acudir ante el fallecimiento del padre de una de mis amistades.  Esas amistades de la zona de chalets donde tuve la suerte de pasar las estaciones estivales de  mi infancia, y donde se forjaron esos lazos entre quienes allí morábamos tres o cuatro meses al  año, dejándonos la piel, literalmente, verano tras verano. 

Jose se llama mi amigo. Y me enteré como siempre, por la familia. “¿Sabes quién ha fallecido?”.  Esa frase que durante determinadas épocas parece volverse habitual. Esa frase que te prepara  para un evento triste, usualmente doloroso, aún por esperado que fuera. Sin embargo, al llegar  al tanatorio, algo me dijo (mi intuición, probablemente) que esta ocasión iba a ser diferente. 

Nada más entrar me encontré con mi hermana. Gesto serio pero no demasiado. Justo al  saludarla, se dio la vuelta mi amigo Jose y me recibió, con una sonrisa en la cara, una sonrisa  como creo que no había visto nunca. Siguió un sentido abrazo y mis palabras de condolencia. Al  separarnos, ahí seguía esa perturbadora sonrisa. Lo entendí.  

– ¿Cómo estás? – dije 

– ¡Bien, Juan, muy bien! ¿Sabes? Ha sido todo muy emotivo, se ha ido muy tranquilo, y nos ha  transmitido una gran paz a todos.  

Y así, con esas palabras, y ese imperturbable gesto de serenidad que transmitía, me contagió  hasta tal punto que las lágrimas afloraron.  

El relato consiguiente expuso la calma con la que se pudieron despedir de él. Su padre solo tenía  palabras de agradecimiento por todo lo vivido. Por haber podido disfrutar de una vida plena con  su mujer, sus hijos, su familia. Fue una ceremonia de despedida, no definitiva, un “hasta luego”  embutido en la seguridad de volver a encontrarse en otro tiempo, en otra dimensión, en quién  sabe dónde, quién sabe cómo, quién sabe cuándo… 

Y continuamos hablando, animadamente, con esa sensación de plenitud del momento, sobre  los tabúes de la muerte, de lo poco capacitados que estamos para afrontar ese momento cuando  llega. Porque nada ni nadie, salvo nosotros mismos, nos prepara de cara al inevitable instante  que, tarde o temprano llegará. Porque, si algo hay seguro en esta vida, es que morimos. Y  curiosamente, evitamos este tema hasta que es tarde.  

En esos momentos, juegan un papel fundamental las emociones, la educación emocional que  hayamos recibido o adquirido. Para quien se va y para quien se queda. Y, posiblemente, sea en  las ocasiones en las que podemos despedirnos de quien va a abandonar este mundo, cuando  peor lo gestionemos. 

Cayetano, el padre de Jose, nos dio, en su despedida, una gran lección de vida. Una enorme  enseñanza de preparación, de afrontar un momento decisivo, el de la partida, desde la  aceptación de quien sabe que no hay vuelta atrás; desde el agradecimiento de quien ha vivido  con dedicación y alegría; de amor hacia los suyos.

Juan Gasó

Concurso de relatos:  Historias Emocionalmente inteligentes

Concurso de relatos: Historias Emocionalmente inteligentes

Concurso de relatos

Historias #Emocionalmente inteligentes

Estimado socio/a. Desde ASNIE volvemos con muchas ganas de seguir aportando iniciativas para fomentar la #InteligenciaEmocional en esta sociedad.

Necesitamos tu relato, tu visión, tu experiencia en #IE en forma de relato breve, pero intenso. Y es que menos, es más. 2500 palabras para contarnos tu historia relacionada con esas #emociones que dejaron un recuerdo imborrable.

Buscamos #autenticidad, #creatividad y #originalidad En ASNIE sabemos que nuestras socias y socios derrochan #imaginación y poseen una gran capacidad de #comunicación.

La finalidad del concurso es seleccionar los veinte mejores relatos de I.E. para publicar el 2º libro de ASNIE con la participación de nuestros socios/as. Nos hace mucha ilusión este evento para dar voz a todas las personas que nos siguen y están involucrados en la difusión de la Inteligencia Emocional.

¿Qué buscamos? Historias que enganchen, que tengan una moraleja o una herramienta de Inteligencia Emocional detrás, que nos ayuden a #reflexionar, que nos entretengan, que nos hagan #reir. (Tendrán un premio especial los 3 relatos ganadores escogidos de entre los 20 que se publicarán por el #valor de la historia y su autenticidad para difundir la inteligencia emocional).

Para asegurar la confidencialidad, te pediremos que escribas tu relato bajo un pseudónimo y solo yo, conoceré el verdader@ autor/a que se esconde detrás, ya que yo no participaré en el jurado.
Cuento contigo.

Miguel Ángel García
Coordinador literario #ASNIE

Bases del concurso:

  • Los relatos deberán ser originales e inéditos. Se enviarán por correo electrónico, sin firma y con título, en formato PDF al correo electrónico: info@asnie.org 
  • Se presentará un solo relato por autor/a, escrito en castellano. La extensión no ha de ser superior a 2.500 palabras, escrito Times New Roman o similar, tamaño 12 e interlineado de 1,5. Márgenes normales de 2,54cm superior, inferior, izquierda y derecha.
  • El plazo de admisión de originales se cierra el 15 de noviembre 2021 a las 23:59h.
    La segunda quincena de diciembre (la fecha está pendiente de concretarse) se publicará el fallo del jurado.

La Inteligencia Emocional “en los tiempos del coronavirus”

La Inteligencia Emocional “en los tiempos del coronavirus”

“Los tiempos del coronavirus” nos han traído repercusiones económicas, sociales, sanitarias y también consecuencias psicológicas asociadas a todo ello.  Durante el confinamiento hemos podido vivir situaciones muy distintas y difíciles en mayor o menor medida: situaciones de ansiedad, preocupación, tristeza, frustración, soledad y aislamiento en algunos casos, de estrés familiar y personal en otros, de miedo al contagio, de incertidumbre laboral y económica o de dolor por la pérdida de un ser querido.  

“En los tiempos de coronavirus” hemos tenido que renunciar a muchas cosas, como besarnos, abrazarnos, y acostumbrarnos a otras, acostumbrarnos a estar más tiempo en casa y a un contacto social reducido. 

“En los tiempos de coronavirus” han cambiado nuestros hábitos, nuestras rutinas, nuestras prioridades, nuestras relaciones; todo ello afectando de manera significativa a nuestras emociones y nuestro bienestar psicológico. 

“En los tiempos de coronavirus” hemos tenido que convivir con el miedo, el miedo a contagiarnos, el miedo a que los que queremos se contagien, el miedo a visitar a nuestros padres o a otros seres queridos que son personal de riesgo, el miedo al qué pasará con mi trabajo o mi situación económica.

“En estos los tiempos de coronavirus” es fundamental, hoy más que nunca, ser más inteligentes emocionalmente. Hay un antes y un después del coronavirus en nuestra vida y los acontecimientos que hemos vivido han producido en nosotros un choque emocional muy intenso.

Desgraciadamente una gran parte del sufrimiento humano que se ha generado durante la crisis del coronavirus, y que se manifestará más adelante, tiene que ver con este profundo desconocimiento de lo que son las emociones y de lo necesario que es aprender a gestionarlas y no a evitarlas. 

Si hay algo que ha sacado a relucir toda esta pandemia emocional, es que en general andamos bastante escasos de herramientas que nos permitan gestionar nuestras emociones. 

Es importante que trabajemos nuestras emociones y aceptar hasta donde tenemos la capacidad de transformar lo que estamos viviendo y, si lo necesitamos, pedir ayuda. Todos tenemos esta capacidad en mayor o menor media. 

La inteligencia emocional nos ayuda a perseverar a pesar de las dificultades y es capaz de regular nuestros estados de ánimo. 

Utilizar nuestra inteligencia emocional puede servirnos como inmunidad psicológica frente a éste y otros problemas. La inteligencia emocional refuerza nuestro sistema inmunológico psicológico, encargado de protegernos de las agresiones mentales y crisis emocionales y afectivas. 

La crisis del coronavirus ha puesto sobre la mesa nuestra vulnerabilidad y es necesario despertar nuestra inteligencia emocional y dar a conocer los beneficios de la práctica y del entrenamiento de ésta. 

El entrenamiento en inteligencia emocional nos permite: 

  • Aumento de nuestra autoconciencia emocional: percibir las emociones y sentimientos y sus efectos. 
  • Auto-regulación de los estados emocionales.
  • Aumentar nuestro autocontrol. 
  • Aprender a automotivarnos.
  • Desarrollar la empatía 
  • Mejorar nuestras habilidades sociales.

Hagámosla llegar a nuestros seres más queridos, a nuestra familia, a nuestros amigos, al trabajo, a la escuela, etc. y con ello aprender de todas las herramientas que nos proporciona esta parte de la psicología. 

Aún nos queda mucho por hacer. 

Montse Ribas Ochoa

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