Una aprendiz de maga

Una aprendiz de maga

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de leer el libro “Curso de vuelo para constructores de sueños” de Marta Ligioiz.

Teniendo como referencia esta novela, cuya lectura recomiendo, quiero participar en esta nueva iniciativa de Asnie con una pequeña reflexión. De lo que quiero hablar es del poder real o capacidad, que podemos tener todos nosotros, para dar la vuelta a las circunstancias del día a día que sentimos como adversas, bien sea en nuestro ambiente personal, familiar y laboral.

Las situaciones y conflictos, que nos afectan y bloquean, si somos capaces de plantearlos a través diferentes escenarios, podemos convertirlos en oportunidades de mejora que realmente nos hacen crecer como personas y profesionales.

El handicap que debemos vencer para que esta capacidad se asome ante nosotros, tiene dos soportes:  Hay que tomar conciencia de nuestras propias emociones y hay que aprender a tomar distancia emocional sobre dichas situaciones.

Pero los humanos somos emoción en estado puro, y es así. Habitualmente actuamos a partir de nuestros primeros impulsos y emociones. La llamada a la racionalidad o a nuestra inteligencia emocional tarda en llegar, y en muchas ocasiones ni siquiera llegamos a apreciar que alguno de estos mecanismos se ha puesto en marcha.

No estoy diciendo nada nuevo que no esté escrito, pero sí que quería confirmar a través de mi propia experiencia, y de la observación del entorno que me rodea, la existencia de esta capacidad.

Esta particular forma de ver y entender las situaciones, no es fácil de asimilar ni de poner en práctica, pues está condicionada por nuestro propio carácter, y por el tan aludido “ego”, pero no hacer este ejercicio  limita nuestras oportunidades de evolución, cambio y mejora que se nos van quedando por el camino, y de las cuales, y desde la madurez, somos los únicos responsables.

Si en este sentido, y a partir de esa reflexión, puedo aportar un granito de arena, me doy por satisfecha. Ojalá nos enfrentáramos al mundo con la mirada y la actitud del aprendiz, para lograr estos cambios en nosotros mismos, que contribuyen realmente a hacer un mundo un poco mejor. 

Sandra Paños

Vive cada emoción

Vive cada emoción

Cada día aprendemos algo nuevo, la práctica diaria hace el camino.

Lo mismo sucede con las emociones, no es algo que se aprenda y se quede en nuestra cabeza, hay que aprenderlo día a día, hay que ir aprendiendo poco a poco.

No nos han enseñado a conocer las emociones, a saber vivir con ellas, a ver lo que nos quieren enseñar, siempre hay algo que aprender. Que la vida con gritos y enfados no nos lleva a ningún lugar agradable, que la ira y la tristeza no son las mejores compañeras de viaje, escuchar y trabajar con empatía lo hace todo mucho más fácil.

El saber decir las cosas que no nos gustan o nos molestan con cariño, calma y asertividad. Levantarse gruñido nos asegura un día……

La vida es, esa montaña rusa, llena todos los días de tantas emociones, bienvenido el

miedo, que nos hace salir de nuestra zona de confort, el navegar por cada uno de nuestros sueños, el aprender y compartir nuestras vivencias y aprendizajes.

Aprender a identificar qué emoción sentimos, en ese momento y saber qué aprendizaje nos trae, el autoconocimiento es una gran herramienta.

Si aprendemos y gestionamos poco a poco descubrimos nuestra gran amiga, la paciencia que es la madre de todas las Ciencias.

Wow nos espera un viaje lleno de alegrías, sorpresas y emociones, grandes sensaciones donde el protagonista principal es uno mismo y el destino nuestra propia vida.

Te invitó a ver el camino con los ojos de un niño lleno de curiosidad, sintiendo cada una de las emociones y disfrutando del aprendizaje.

María José Simeón

Del pozo a la montaña

Del pozo a la montaña

…son las 06:30 de la mañana, me levanto de nuevo sin muchos ánimos de afrontar el día. Voy al baño, me aseo, me visto, desayuno y prácticamente sin ganas de nada, me despido de mi familia, apático, serio, triste e incluso diría con cierto miedo y/o temor.

En el ascensor ya voy pensando en cómo me va a ir el día (de mal), los enfrentamientos que voy a tener, las personas que voy a soportar o incluso, las incidencias con el menú diario del restaurante donde comemos habitualmente.

Ya en el coche empieza el hervidero, me enfado rápidamente con algún conductor que no señaliza correctamente un desplazamiento, me “pico” con otro que viene muy rápido y me hace las largas para quitarme de su camino, le increpo e incluso le insulto, voy revolucionado, muy revolucionado y tenso.

Y por fin, aparco mi vehículo, camino unos metros y ficho en el torno de entrada a la empresa donde trabajo y donde empieza “el espectáculo”.

Tras encender el pc, comprobar la bandeja de entrada y contestar unos mails con mucha ironía, sarcasmo e incluso rabia, me dispongo a tomar un café con dos colegas. Este espacio, se supone de relax y pausa, lo aprovechamos para rajar a todo Dios. Que si este es un enchufado de X persona y no se entera de nada, que si aquella es prima de Y y ya la han ascendido, que si aquél otro es conocido de la urbanización de Z y va a ser el nuevo jefe del departamento, que si, que si , que si…. Me marcho de nuevo a mi puesto de trabajo más encendido si cabe, pensando que todo son injusticias, que no voy a progresar nunca y que todas y todos, están en mi contra.

Avanza el día y esto no mejora, podéis imaginaros, malas contestaciones, metiendo cizaña por todas partes, generando malos rollos constantemente y estoy, totalmente desmotivado, hundido y muy muy triste, casi diría depresivo.

Pasan las horas y realizo mi trabajo, sí lo hago y lo acabo, pero mi actitud deja mucho que desear, mi estado de ánimo es pésimo, no recuerdo cuanto hace que no sonrío, que no me río y que, aunque suene a tópico, no soy feliz.

A veces me pongo a pensar en el pasado, ese añorado pasado y esa juventud, y me paso largos espacios de tiempo llorando, llorando mucho y pensando que no he hecho nada bien en la vida, que todo han sido fracasos, que no soy nada, que no soy nadie y finalmente se me pasa y vuelvo a la realidad, un poco mejor por haberme desahogado, pero muy jodido por el lastre que llevo encima desde hace tanto tiempo, por la mochila pesada que soporta mi espalda, por mis errores, por mi culpa y por tantas otras cosas que no quiero recordar, porque me hacen enfermar.

Llego a casa y se supone que te relajas, en mi caso seguía, la “mierda” del trabajo me la llevaba a casa y la de casa al trabajo y así, se iban sucediendo los días, semanas, meses e incluso diría algún año. La verdad y visto con perspectiva ahora pienso, que manera de sufrir, qué forma de padecer, qué daño te hiciste y que daño hiciste a tantas personas, personas que te querían y que eran totalmente inocentes, pero tú fuiste dejando cadáveres por el camino, muchos…aunque el mayor “fiambre” eras tú mismo. Estabas muerto en vida.

No podría decir con exactitud cómo desperté de mi letargo, ni cuál fue el mecanismo que se activó para reaccionar, solo recuerdo y sé, lo mal que estaba y cómo poco a poco, con mucho esfuerzo y paciencia, a veces mordiéndome la lengua e incluso, como se suele decir, contando hasta diez antes de escupir fuego por la boca, he ido cambiando.

También con la ayuda de profesionales a los que doy gracias por todo lo que han hecho por mí, a mi familia, y también y no menos importante me lo agradezco a mí, ya que, si yo no hubiese puesto de mi parte y me hubiese esforzado en cambiar y mejorar, nada de esto hubiera sido posible.

No ha sido un cambio fácil, no está finalizado, esto es para SIEMPRE y todos los días me lo trabajo un poco. Algunos más y otros menos, pero siempre lo tengo presente.

Lo que me sucedió, no fue fácil, ni era yo el único culpable o víctima de todo, se dieron muchos factores y circunstancias que hicieron que mi ser, pasara a ser, valga la redundancia, una persona totalmente distinta a como yo era, lo que diríamos hoy en día una PERSONA TÓXICA. Si señoras y señores, yo me convertí en el más tóxico del mundo mundial y esa toxicidad, la iba extendiendo por todos los despachos de la oficina, por mi casa, por casa de mis padres y hermanos, con mis amigas y amigos, con mis seres queridos…

Sí que puedo decir y asegurar, es que de todo se aprende y yo aprendí mucho de aquello, pero sobre todo me quedo con estas tres cosas que para mí han sido y son un referente:

NADIE ES DUEÑO DE TU FELICIDAD

Que sería algo así como que tu felicidad es única y exclusivamente tuya. Nadie tiene ni debe tener la potestad de modificar eso y solo depende de ti, dejar que esto sea modificado. 

El ELEMENTO ES NEUTRO, DEPENDE DE TI COMO LO QUIERAS ENFOCAR.

Podríamos decir que, ligado a lo anterior, de ti depende TODO. Puedes pasar por malos momentos en pareja, o en el trabajo o de lo que sea, pero eso son hechos concretos que solo tu puedes enfocar de una forma u otra. Puedes aceptar y tener un periodo difícil y avanzar, o puedes hundirte en la mayor de las miserias humanas.

VIVE.

La vida es esto, a veces mejor y a veces peor, pero todas y todos vamos a pasar por momentos muy felices, momentos muy tristes, situaciones que nos emocionan positivamente y situaciones dantescas y molestas, que nos dañan, días maravillosos, días grises y días negros…en resumen, esto es la vida y la tenemos que vivir, eso sí, sabiendo gestionar las emociones en cada momento para salir adelante con la convicción de que lo hemos hecho lo mejor posible, hemos aprendido para tratarlo mejor si cabe la siguiente vez y en definitiva, hacerlo lo más llevadero posible.

Además, pensemos que, si siempre tuviésemos todo bajo control, supiéramos qué va a suceder, cómo lo vamos a gestionar y cómo nos va a afectar, la vida no tendría ninguna gracia ni ninguna razón de ser, sería aburrida y monótona y al contrario de lo comentado anteriormente, la vida es maravillosa porque cada día nos sorprende con nuevos desafíos y está en constante cambio.

Lo mágico de todo esto es tener el mayor número de herramientas necesarias y los recursos para saber utilizarlas en cada momento. Sintetizando, bajo mi opinión, es querer ser mejores personas, es querer construir un modelo de sociedad más sensible, más cálida, más próxima y en definitiva, luchar por un mundo mejor.

Por último, quiero explicar que el título, aunque se sobreentiende, ha surgido de la comparativa de donde estaba (en un pozo oscuro, profundo y sin salida) a donde quiero estar y donde muchos días me encuentro (las montañas), para mí uno de los lugares más maravillosos de nuestro planeta, los bosques, los ríos, los lagos, en definitiva, la naturaleza que tanto nos aporta y tanto bien me ha hecho, me hace y me hará.

Me despido, no sin antes indicar que no pretendo ser ejemplo de nada, ni aleccionar a nadie, solo he narrado brevemente una parte muy oscura de mi vida, de la cual no estoy orgulloso, pero a la cual agradezco la persona que soy ahora, ya que me ha ayudado a despertar y evolucionar.

Cito para cierre unas frases que me motivan y animan:

“Post tenebras spero lucem”

Tras la oscuridad espero la luz

“Hic et nunc”

Aquí y ahora

“Res non verba”

Hechos, no palabras

Un abrazo (tan necesitado), en estos tiempos que corren.

David Mauricio Herrera
Provoca realidad

Provoca realidad

Hay días en los que todo viene acelerado. Como si de repente el mundo y su caos cayera sobre ti, ilógico, desordenado y frenético. No lo puedes gestionar. Los acontecimientos te absorben y te arrastran de tal manera que quedas anonadado y sin capacidad de reacción.

Otros días, sin embargo, va todo despacio. Desesperadamente lento. Esperas y no ocurre nada. Dejas pasar el tiempo y todo está igual. Te abruma la espera. La inactividad te mata. 

Fíjate que, en ambos casos, tienes la percepción de que nada de lo que sucede es susceptible de ser cambiado. Imposible. Sientes que estás  montado sobre el caballo loco de la vida pero sin riendas. Una locura. Desesperación. 

Ambas situaciones suelen ocurrir con bastante frecuencia y nos provocan estados de ánimo opresivos. 

Imagina por un momento que frente al caos decides introducir la calma o que a la lentitud le opones la acción determinada y rápida: todo llega acelerado, te relajas; todo es demasiado pausado, aceleras. 

Este binomio caos contra orden u orden contra caos te convierte en protagonista de tu situación, de tu vida. Pasas de ser el esclavo de tu realidad a ser el elemento decisor.

La gestión coherente de las emociones propias nos permite ser domadores de los acontecimientos, protagonistas activos de lo que nos ocurre. Provocando el destino nos responsabilizamos de nuestra vida.   

Javier Ribas

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies